EL ARTISTA QUE LLENABA TODO EL ESCENARIO

 

 

Estos días han estado marcados por el fallecimiento de Iñaki Azkuna Urreta. El mejor alcalde del mundo. Quiero dejar aquí un recuerdo a su persona incorporando en este blog el artículo que me encargó el Grupo Noricias y se publico en Deia. Goian bego Iñaki.

Todas las ciudades que tienen algo, esas a las que prometes volver, en las que no te importaría vivir, hablan. Tienen alma, sentimientos. Se expresan en mágicas combinaciones de edificios, luces y sombras, sonidos, olores. Significan. Bilbao es así y ha tenido la suerte de coincidir con Iñaki un bilbaíno tan auténtico que nació en Durango y acertó a expresar en hechos y palabras lo que necesitaba la ciudad Cenicienta para sacar el mejor partido a sus encantos.

He vivido esa transformación y la disfruto como vecina de la villa. Como inquilina simultánea de mi salitre natal de fin de semana y de la vida cosmopolita que se ha ido despertando en estos años a orillas de la ría. La que saboreé durante años entre semana, frente a la elegante arteria en que se ha convertido la cloaca desbocada que casi se lleva por delante las siete calles en agosto de 1983.

Pero además me distingue como vasca en el mundo. He oído cientos de veces el nombre de Bilbao en Bruselas, en Berlín, en Estocolmo, en Bogotá, en Santiago de Chile, en New York. Bilbao es más que mi apellido y el remate de mi dirección postal. Es un fenómeno mundial. Es la referencia que se cita, se enseña, se expone y se admira cuando se explica lo importante que es querer para poder. Es una experiencia imprescindibles para enseñar cómo se convierte una idea de cambio con una poderosa dimensión social y económica en mucho más que maquetas y proyectos. En ese empeño hacen falta personas, conocimiento, empeño, dinero, acuerdos…pero también líderes. Y eso ha sido Iñaki Azkuna Urreta

Por eso Iñaki ha reinado con luz propia, como pistón de nuestra energía, como catalizador de las alianzas más complejas, como cauce de tantas ganas. Era uno de esos artistas que llenan el escenario, porque se creen el papel a pies juntillas. Porque tienen la experiencia vital y la planta necesarias. Uno de esos fenómenos que convierten el patio de butacas en un hervidero de emoción dispuesta a militar en una causa desde lo que cada uno sabe hacer. Bilbao esperaba un Iñaki. Lo encontró en Azkuna Urreta.

Hoy Bilbao habla. Llora la ciudad, lloran sus teatros, sus museos, el asfalto, porque lloran sus gentes. La austera auto organización de su día de después es gris y triste, pero concisa y serena. Está pensada para que no perdamos pie, para subrayar el valor colectivo que hay detrás del Bilbao de hoy. Y anima a tomar impulso. Iñaki nos ha enseñado mucho sobre cómo localizar al arquitecto del próximo peldaño.

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