MEJOR SERVICIO, MAS OPORTUNIDADES Y MAS EMPLEO CON UN FERROCARRIL VERDADERAMENTE EUROPEO
Ayer tuvimos el examen. Hoy en el pleno hemos recibido la calificación y no nos ha ido mal. Hemos aprobado el cuarto paquete ferroviario, lo que nos acerca un poco más a construir un espacio ferroviario único europeo. Los complejos términos que se utilizan en la terminología europea resumen una idea muy simple: Los trenes hoy son el último vestigio de la vieja Europa con fronteras. Pero no son cualquier vestigio. Los europeos gastamos mucho dinero en mantener y mejorar infraestructuras ferroviarias que podemos rentabilizar y aprovechar mucho mejor. Pero esa realidad topa con los intereses de algunos monopolios estatales que justifican sus posiciones más por la costumbre y por la posición que por la calidad y variedad de los servicios que prestan. cada uno está más atento a mantener sus posiciones en el mercado interno que a levantar la cabeza mirar hacia arriba y poner el tren en el lugar que debería ocupar en un sistema europeo integrado de movilidad.
Ayer en el debate de este paquete legislativo recordé a quienes pueden dudar sobre los beneficios que nos aporta prueben a coger un tren en Bruselas y llegar hasta Estrasburgo. En este espacio único europeo del que tanto presumimos, en el año 2014, es bastante probable que tengan que cambiar de tren en Luxemburgo porque hay países que, por ejemplo, no se reconocen mutuamente los sistemas de frenado. Es una experiencia extendida. Cualquiera puede entrar en uno de esos buscadores de billetes de transporte poner tren y pedir un billete que le lleve de Bilbao a Berlín. El resultado es patético y más patético aún si de lo que se trata es de transportar tornos de Bergara a Trieste, por ejemplo. Por eso pedí un apoyo que afortunadamente se ha producido. 601 votos a favor, 68 en contra y 8 abstenciones
Por eso hay que valorar las oportunidades que las barreras que debemos superar nos hace perder. hay que pensar en los empleos que no se crean, en los billetes paneuropeos que no se emiten, en los convoyes nocturnos, más silenciosos y menos contaminantes que no se fletan. Hay que valorar, en definitiva en la potencia que ofrece el ferrocarril para aliviar la saturación de nuestras carreteras, abaratar nuestros costes y gastos de transporte y ofrecer una herramienta de enorme potencia para hacer una efectiva una modalidad más de transporte que añadir a la paleta con que debemos dibujar la movilidad europea del futuro. Hoy, desde luego, no podemos exprimir al máximo las potencialidades de ese color.
Y la reflexión es imprescindible, porque en 2050 en Europa se habrá incrementado en un 80% el movimiento de mercancías y en un 50% el movimiento de viajeros y partimos de una situación alarmante. Hoy la saturación de nuestros actuales sistemas de movilidad que nos cuestan al año un 1% del PIB europeo. Además la logística, el transporte y el almacenamiento, representan entre un 10 y un 15% del coste de un producto acabado. Además ahora nuestra movilidad es cautiva de los combustibles fósiles, porque el transporte cubre con ellos el 96% de sus necesidades de energía y produce un cuarto de las emisiones de gases efecto invernadero en Europa
Por eso ayer pedí a los parlamentarios y creo que hemos conseguido que de una vez nos desprendamos del miedo. Hemos visto que en otros sectores que la competencia, la creación de un verdadero espacio europeo, han dado lugar a mejoras para usuarios y empresas, han mejorado los costes y han creado empleo. Con los trenes además tenemos una oportunidad clara, desde la valentía, la innovación y el talento de mantener Europa a la cabeza del mundo de la industria ferroviaria y añadir este sector a la cantera de nuevos empleos que debe reducir las alarmantes tasas de desempleo.
Pero eso es imposible si seguimos como hasta ahora. A mi en este paquete me ha tocado coordinar como ponente el informe sobre interoperabilidad. Me ha tocado talar el bosque de normas, reglamentaciones y obstáculos burocráticos que hacen prácticamente imposible la aparición de nuevos operadores y que generan unos costes inasumibles a nuestros fabricantes de infraestructuras físicas y material ferroviario para un espacio económico que en el ámbito ferroviario no es ni ejemplar, ni único. Permanece prisionero de las más de 11.000 reglas que emiten más de una veintena de agencias ferroviarias estatales. Por eso poner en circulación una locomotora que vaya a utilizarse en al menos tres de nuestros estados miembros implica gastar en burocracia un 30% del coste del producto en el mercado.
Sin embargo somos muy buenos haciendo trenes. Euskadi es un ejemplo de cómo empresas punteras del sector, como la CAF, basadas en la especialización y la innovación han multiplicado por diez en una década sus cifras de negocio y tienen carteras de pedidos con un 83% de ventas en el exterior. Para un país de 2.300.000 habitantes hablamos de empresas que cierran 2013 con una cartera de pedidos que se aproxima a los 5.000 millones de euros y sedes en los cinco continentes. Por eso necesitamos avanzar también en el reglamento que pretende crear la empresa público privada de innovación Shift 2 Rail centrada en promover la innovación en el sector.
De esas cosas concretas, básicas para la calidad de vida, para el empleo y la sostenibilidad de todos los europeos hablamos y sobre ellas decidimos en el Parlamento europeo. A mí en concreto pelearme con los cuatro monopolios europeos que quieren seguir manteniendo sus posiciones gracias a estas barreras me ha supuesto 18 meses de intenso trabajo. No hemos ido tan lejos como nos hubiese gustado, pero la situación ha mejorado mucho. Tras la negociación, los acuerdos alcanzados entre los grupos se detallan en nueve compromisos que resumen 388 de las 490 enmiendas presentadas a la propuesta de la comisión. Muchísimas horas que no hubiesen alcanzado este resultado sin la inestimable colaboración de mi equipo, especialmente Itsaso Muñoa que se ha dejado literalmente la piel en este empeño y a Elvira Ramírez de la secretaría de la Comisión de Transportes. Supongo que imaginaréis lo que una siente cuando vas a un debate sobre temas europeos y no te dejan hablar de estas cosas. O cuando lees esas valoraciones demagógicas que describen este trabajo como «no hacer nada, cobrar mucho y viajar en business».
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