HACIA UN NUEVO CONCEPTO DE TRANSPORTE EN EUROPA
Este lunes he comenzado la semana en Valencia, en un seminario sobre redes transeuropeas de transporte organizado por la Oficina Española del Parlamento Europeo para reunir a los sectores más interesados en este tema, explicarles en que estado se encuentra la iniciativa y recoger aportaciones. La propuesta que estamos debatiendo pretende resolver cinco problemas: La continuidad de los corredores de transporte en los tramos transfronterizos; mejorar la calidad y disponibilidad de infraestructuras, acabar con la fragmentación, contribuir a reducir los gases efecto invernadero y eliminar las diferencias entre las normas y requisitos de funcionamiento para la interoperabilidad de las distintas compañías ferroviarias en las vías, además de fomentar la intermodalidad en el transporte. El objetivo es desarrollar una red completa de ferrocarril, vías de navegación interior, carreteras, transporte marítimo y aéreo para mejorar el mercado interior y reforzar la cohesión interna.
Para superar estos retos se ha diseñado un sistema de doble capa. Hay una red que se denomina global, que deberá estar finalizada para el 31 de diciembre 2050, y una red básica que incluye las partes más estratégicas con mayor valor añadido europeo y que deberá estar acabada para el 31 de diciembre del 2030. Estos proyectos se basarán en los corredores de la red principal y deben combinar al menos tres modos de transporte, atravesar al menos tres Estados miembros y si es posible conectar con un puerto marítimo.
Por eso las conexiones entre estados a través de estas redes transeuropeas son vitales y conviene asignarles la máxima prioridad porque a efectos de transporte y especialmente ferroviario tenemos una verdadera frontera que superar y es lógico hacerlo por dónde es más fácil y rápido. Ciudadanía y economía real lo necesitan.
A efectos de la península ibérica y a efectos de conectar Europa los corredores Atlántico y Mediterráneo están en la lista de prioridades por tres razones fundamentales:
- Porque concuerdan con las prioridades de ejecución propuestas de inicio y basadas en datos objetivos y lógicos como los flujos actuales y futuros de mercancías, el grado de ejecución de los proyectos, la apuesta por los ejes más capaces de ofrecer en el menor plazo y al menor coste conexiones trans-europeas y los que ofrecen más posibilidades de inter-modalidad e interoperabilidad.
- Porque parten de un acuerdo ya existente entre Consejo y Comisión tras más de dos años de trabajo lo que augura trílogos más ágiles y rápidos y con más posibilidades de acuerdo.
- Porque la celeridad en el acuerdo en base a estos parámetros va a agilizar inversiones en infraestructuras básicas para mejorar nuestra competitividad lo que es especialmente importante en momentos de crisis y restricciones presupuestarias.
Por eso considero un error cualquier intento de destinar fondos en estos momentos de crisis a otras infraestructuras que no sean las consideradas prioritarias según estos criterios. Esta mañana se publicaba en toda la prensa estatal una noticia sobre los efectos que los recortes están teniendo en los servicios de RENFE. Por eso en este contexto resulta verdaderamente chocante el empecinamiento con que se habla sobre infraestructuras como el llamado «Corredor Central» que no son prioritarias para la Unión, que no encajan con los criterios establecidos para que las inversiones tengan la máxima eficiencia y cumplan en el menor plazo posible los objetivos que comentaba.
La verdad es que me alegró mucho escuchar entre los asistentes conceptos sobre gestión integral del transporte que están mucho más cerca del objetivo final al que debemos aspirar que de un debate sobre inversión en infraestructuras. Me encantó en ese sentido coincidir con la intervención del presidente de la Asociación de Centros de transporte de España, Ramón Vázquez Negro, en la que habló del concepto del transporte como una gestión integrada de todos los elementos que lo componen: infraestructuras, móviles, mercancías y gestión inteligente de los datos disponibles sobre todas ellas como único procedimiento conocido y en breve posible para añadir valor a los servicios que prestan los profesionales del sector. Continúa un debate apasionante en el que a mi me toca un papel complejo en la directiva sobre «interoperabilidad» que os comentaba la semana pasada. Esperemos que el europeismo se imponga en este debate a la estrechez de miras con que algunos estados afrontan la discusión.
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