UNIDAD FRENTE A NUESTRA ZONA CERO
Este fin de semana como os podéis imaginar mi mayor preocupación y ocupación ha sido la tragedia que hemos vivido en Bermeo. Un terrible incendio nos ha dejado casi sesenta familias sin casa, ha arruinado algunos negocios y vuelve a ponernos a prueba como sociedad, como comunidad compacta y solidaria. Por eso no tengo duda de que reviviremos ese “todos a una” que recuerdo cuando ocurrieron las inundaciones del 83. Unidad, cooperación, trabajo conjunto, voluntad de encontrar soluciones, ganas de escuchar y comprender y hechos además de palabras. Porque como dijo mi amiga Mari Feli, la primera a la que le he oído una expresión que luego ha hecho fortuna, tenemos que recomponer nuestra particular «zona cero», esa cicatriz tremenda que nos ha dejado el fuego en el pueblo. Ese es el mensaje que he querido transmitir con estas entrevistas que hice el sábado en el mismo lugar del siniestro.
Las cosas han empezado por ese camino y ahora hace falta seguir en esa línea. Todas las instituciones, todos los grupos de concejales, las y los vecinos, los servicios de emergencia, las agencias de seguros, las agencias bancarias, las tiendas, las organizaciones cívicas y asociaciones de todo tipo se han puesto en marcha. Ahora hay que estar a la altura del reto que nos ha planteado el fuego: levantarnos de nuevo y hacerlo con más fuerza que cuando caímos. Y por supuesto aprender, una vez más de la tragedia. Afortunadamente no ha habido que lamentar muertes.
El fuego se ha llevado, eso si, lo que rodea y hace agradable la vida de mucha gente que vio como el fuego le arrebataba sus cosas, sus rincones más íntimos, sus recuerdos y que tiene que empezar de cero. Por eso a todas las personas de Bermeo con las que he tenido la oportunidad de conectar este fin de semana les he animado a recordar que lo que nos mantiene aquí, inasequibles al desaliento, volcados en una actividad tan difícil y dura como la pesca y su transformación y comercialización es ese coraje para unirnos ante los problemas y plantar cara con esa fortaleza a las más difíciles circunstancias. Estoy segura de que sabremos estar a la altura.
Por eso me animé a escribir este artículo que me pidieron el jueves desde el Diario El Correo y que reproduzco aquí, después de estar recibiendo toda la noche noticias muy preocupantes. Afortunadamente nadie ha perdido la vida en la tragedia.
LA REPÚBLICA INDEPENDIENTE DE MI CASA
Esta noche las malas noticias han llegado desde tierra. En Bermeo las esperamos siempre desde el otro lado. Hemos vivido decenas de noches tensas, agitadas por la lluvia, el viento, esa naturaleza desbocada que unas pocas millas mar adentro podía ser letal para los nuestros. Hoy la tragedia se incubaba en un edifico abandonado de la calle Juan de Nárdiz. Un incendio ha dejado sin casa a medio centenar largo de mis convecinos. Su serenidad y la profesionalidad de los servicios de emergencia nos regalan una mañana sin esquelas.
A más de mil kilómetros de distancia me llegaban esta madrugada las primeras noticias. Imposible no revivir la inquietud, la terrible sensación de temer por personas próximas, de carne y hueso a quienes quizá no vuelvas a ver. Mucho más que nombres y apellidos. Porque Bermeo sigue siendo un lugar a la medida de las personas Allí seguimos siendo Txokos, Makallos, Arraingorris, Osplavitch, Karterunekuek… Construimos un espacio más que físico que vamos haciendo entre todos. Y las calles, los rincones, tienen muchos más nombres propios que el que figura en la placa que recuerda su denominación oficial.
Por eso Juan de Nardiz, a escasos doscientos metros de Bidebarrieta la calle en que nací y viví tantos años, es para mí los muchos de sus vecinos a los que conozco y tantas veces saludo por la calle. Es el jolgorio que cada año despliega el día del marinero sobre el empedrado. Y son, claro, los recuerdos. Esos retazos de memoria: la droguería de la señora Rosario – la mujer del alcalde – la alpargatera, Gaztelugatxe, el bar del Athletic. Y es lo que se va añadiendo, la óptica de mi amiga, el bar nuevo que con tanta ilusión acaban de abrir esa chiquitas… De todo eso están hechas nuestras calles, la retaguardia del puerto, el corazón de ese lugar al que volver. Desde el mar ó desde donde sea. En mi caso, desde Bruselas.
Ahora mismo preparo mi regreso. Esta misma noche volveré a mi espacio, el que me recuerda lo que soy, de dónde salí y qué no quiero ni puedo olvidar. Hoy me empaparé del rastro acre del incendio e integraré el recuerdo de otra tragedia. Pero además palparé ese cuerpo que ha superado galernas, inundaciones, batallas, que sabe hacer lo que hace y sigue haciendo frente a lo que venga. Que coloca en los más recónditos lugares «Bermeo» las tres sílabas que leo tantas veces bien lejos de casa, que encontré hace bien poco bautizando un exclusivo delicatessen en uno de los rincones más «chics» de París.
Hoy el empedrado llora agua y ceniza en nuestra «zona cero». Pero conozco el paño. Percibo desde aquí la voluntad de seguir adelante, la expresión adusta que nos identifica, los ceños fruncidos que tienen más de rebeldía que de ninguna otra cosa, la vigorosa reacción cívica e institucional contra el fuego… Y se que el desánimo no se quedará. Así es la república independiente de mi casa.
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Que se puede añadir mas …. mi solidaridad a to@s l@s afectad@s, dar gracias de no tener perdidas humanas en todo esta tragedia, una vez mas como en el 83 ha pasado rozando….y por descontado que saldra adelante como entonces ¡¡¡¡ asi es Bermeo!!!!
A la señora Bideguren felicitarle, ha estado al pie de cañon con el pueblo,cercana,sentida, informando en todo momento desde el comienzo del tremendo mazazo.
Ahora toca mirar hacia Izaro… ¿¿dificil?? puede, pero no imposible.
Musus Izaskun
Me ha emocionado tu artículo Izas, como bermeana y como amiga tuya que soy; has lanzado la flecha y nos ha tocado el corazón y no solo a nosotros, algunos compañeros de trabajo, me han comentado la emocion que han sentido cuando lo han leído por el sentimiento, hacia nuestro pueblo y su gente, con el que está escrito.
Yo que he vivido todo desde fuera de Bermeo, doy las gracias a todos los que han ayudado y aydan a mi gente tanto moral como materialmente; a las instituciones por estar ahí y darles consuelo y, sobre todo, soluciones en momentos tan dramáticos; a vosotros Izaskun, solo os pido que no abandoneis a su suerte a nuestros vecinos que han perdido todo por lo que han luchado a lo largo de su vida, no solo lo material sino también lo sentimental, no me puedo imaginar salir de mi casa en pijama y bata y nunca más poder volver a ella.
Hemos estado en la Zona 0 y nos hemos prestado para ayudar en lo que necesiten.
Musu haundi bat Izas
Marta Torre
Ajena al fuego que se ha desatado a sus espaldas, la zona cero ha levantado por fin el vuelo. La fosa aséptica ha dejado paso al hervidero apabullante de grúas y hormigoneras. Más de dos mil trabajadores se dejan la piel todo los días en la construcción del enorme ‘rompecabezas’, con la torre ‘uno’ del futuro World Trade Center (antes conocida como Torre de la Libertad) descollando ya por encima de los treinta pisos y creciendo al trepidante ritmo de una planta por semana.