HUMANIZAR LA POLITICA. EL EJEMPLO DE FERRUSOLA

Estos días que está en candelero la crisis de la eurozona, las medidas de corrección del déficit que se plantean para salvar la situación y los discursos que hacia sus opiniones públicas hacen los gobernantes de los distintos estados me alegra poderme hacer eco de la visita que giró a Bruselas Oriol Pujol Ferrusola. El actual secretario general adjunto de Convergencia i Unió se llegó hasta Bruselas para poner en conocimiento de las autoridades europeas las medidas que ellos también desde su ámbito de competencia están tomando para corregir el déficit de la Generalitat de Cataluña y dejar bien claro que ellos no son ni van a ser una de esas autonomías que, según los periódicos, contribuyen a dificultar la lucha general contra el déficit emprendida por el gobierno zapatero desde que vivió la primera amenaza de intervención y recibió claras instrucciones al respecto de las autoridades europeas. Ayer mismo pudimos ver el reflejo en el debate en el congreso sobre el «techo de gasto»

Cataluña además esta afectada por grandes problemas. Para empezar tiene un sistema de financiación mejorable e injusto visto lo que Cataluña aporta a la prosperidad general del Estado español. Sería mucho más justo para ellos un concierto a la vasca que es lo que definitivamente promueven e incluyeron en el programa de gobierno que refrendaron los catalanes con un triunfo histórico de convergencia en las últimas autonómicas y también en las municipales. Además han sufrido ocho años de gobierno tripartito, consejerías con escasa coordinación, poca cohesión en la acción de gobierno, muchas ganas por parte de cada partido, de rentabilizar y visibilizar sus actuaciones en el govern y en consecuencia mucho gasto manifiestamente recortable y mejorable en cuanto a sus efectos sobre la sociedad catalana y la economía real de aquel país. Oriol Pujol, Artur Más y su equipo se enfrentan a los resultados del «Canvi» la gran panacea para regenerar Cataluña, para hacerla más progre y feliz. Un slogan que ha resultado un completo fiasco. Y eso que allí no tuvieron que recurrir a trucos malabares para conseguir sumar mayorías.

¿A qué me suena esto? Yo también conozco un país en el que había un gobierno que funcionaba, que gestionaba bien los servicios públicos, que lideraba, que ponía en marcha proyectos y mantenía unas cifras de déficit ejemplares en el panorama europeo y de actividad y paro mucho mejores que las españolas. Allí también llegó el «cambio» y hemos multiplicado la deuda por siete sin saber muy bien en qué nos hemos gastado el dinero. Allí también la ciudadanía ha comenzado a pasar factura. Baste recordar el descalabro socialista en Euskadi en las últimas elecciones con un descenso diez puntos superior al del resto del estado que refleja bien a las claras la valoración que a la ciudadanía le merece el actual Gobierno Vasco.

Como decía en ese contexto recibimos la visita de Oriol Pujol. Enseguida conecté con él, por el mensaje responsable y la voluntad de hacer frente a las dificultades. Por la confianza en el futuro y en la energía de la gente de Cataluña que transmitía. Pero además porque pronto compartimos otra base común: la política es cosa de personas, de seres humanos que se emocionan, que hablan también de afectos y sentimientos y que encuentran en esa faceta emocional mucha de la fuerza que necesitan para seguir adelante. Oriol es hijo de un hombre irrepetible, el molt honorable Jordi Pujol, pero siempre dice que es hijo de Marta Ferrusola, la mujer que sigue siendo mucho más que el descanso del guerrero. Es la que aceptó el reto. Oriol nos contaba, con ese poso que dejan las cosas de verdad, como su madre Marta ha entendido siempre que el compromiso de su marido con Cataluña no significaba priorizar afectos, colocar la patria sobre la persona, sino hacerla cómplice de un proyecto de vida rico, complejo y en el caso de Pujol difícil, con paso por la cárcel incluido. Mucho más que  el que transitan otras muchas personas. En pocas palabras Marta entiende, explica, fabrica su análisis, concluye y ha dedicado toda una vida a gestionar una familia de catalanes con valores positivos, con conciencia social, con identidad.   Por eso Oriol recuerda siempre a la madre, a la que siempre está, al segundo apellido, al alma gemela de Jordi, al cimiento de aquella casa a la que llegó cuando ya otros cuatro hermanos señalaban el camino. Y saca brillo a la palabra Ferrusola para que nadie olvide que por lo menos está a la misma altura que «Pujol».

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