ARRAIN AZOKA 2011. OTRA FORMA DE VIVIR BERMEO

Ya he llegado a Montevideo, pero no me resisto a compartir con vosotros los ecos del fin de semana. Porque entre viernes y domingo se ha celebrado en Bermeo la XVII edición  de la Arrain Azoka. Me hizo especial ilusión asistir el viernes a las doce de la mañana a la inauguración de la feria. Distintos compromisos me habían impedido hacerlo en los últimos años. A esa hora las casetas de la feria lucían sus mejores galas, buenos productos, mejores precios y un especial esfuerzo por presentar el trabajo de mucha gente con la mejor sonrisa.

Pasada la una y media del mediodía se procedió a la entrega del premio «hegaluze». En esta ocasión los elegidos fueron los miembros de la cofradía de la Veracruz que se encargan año tras año de organizar la procesión de la Semana Santa en Bermeo. Este es un acto que se ha convertido en un atractivo cultural para toda la zona de Urdaibai. Fueron Aintzane y Luciano Astiazaran los que recibieron el premio y con la emoción contenida, dieron  las gracias. Luciano  al que conocí en sus labores de concejal y con el humor que le caracteriza habló de sus diez años como responsable de la cofradía. Quiero reconocer el trabajo y dar las gracias a  todas las personas que hacen posible esos actos que a pesar de las grandes dificultades continúan. Son parte de la personalidad y las tradiciones de nuestro pueblo.

No faltó la sirena para anunciar los simulacros de la venta de pescado en la cofradía. Ya os he contado alguna vez que ese sonido no deja de emocionarnos, tan familiar, tan cargado de sentido, tan emotivo y nostálgico a la vez. Según en que momento sonara significaba alegría por la llegada del pescado o pregonaba tristeza, miedo, por  el anuncio de otro arrebato de malhumor de la mar. En esos días estaba dispuesta a arrastrar los barcos mar a dentro. La sirena movilizaba a los padres a los hermanos, a los hijos a bajar al puerto a  reforzar las pesadas amarras para mantener en puerto su empresa y condenaba a las mujeres a la espera. El miedo no nos abandonaba hasta no sentir su regreso. Todo eso fue la sirena para quienes hemos vivido aquella mar. Ahora se le han añadido significados más amables. Los niños de hoy la identifican con la Navidad, con los Reyes Magos, porque en Bermeo, esa ilusión siempre llega de donde llegó el pan de nuestras casas. Por eso escuché gritar a algunas niños y niñas “ Erregiek datoz, Erregiek datoz “!.

Pero la mar y sus oficios son más que la pesca, la transformación y la venta. Son también los oficios tradicionales, esos trabajos auxiliares que no salen en los créditos de ninguna lata de conserva, pero que son imprescindibles para poder hacerse a la mar en condiciones. Pudimos ver a las sareginas a Arantxa, Bego y Dori cosiendo redes para enseñar ese arte a niños y mayores mientras nos mostraban su preocupación por el futuro del sector, por su futuro.

En la retaguardia de la flota viven también otras y otros artesanos. No faltaron los que como otros años nos enseñaron la forma se hacer anzuelos, aparejos de pesca artesanales que un año más llenaron de color la esquina del parque.

Como siempre todas las empresas ofrecieron la mejor calidad, los mejores precios y productos innovadores. La base de todos ellos, claro, el pescado, especialmente el bonito en todas sus facetas. No faltó después de cinco años de restricciones de pesca un manjar de lujo:  la anchoa del cantábrico. No tiene igual. Siempre me ha dado vueltas a la cabeza una idea. Es un gran producto. Prueba a regalar unas buenas anchoas y siempre quedas bien. Tenemos que trabajar para que todo lo que lo rodea esté a su altura. El empaquetado, la presentación…Un gran campo de trabajo para dar otro impulso a la comercialización de esta verdadera joya del Cantábrico.

Esta feria del pescado más prestigiada cada año se ha convertido a la vez en una auténtica fiesta de la que todo el mundo quiere celebrar. Pescado de calidad unido a la fiesta. Otra forma de vender Bermeo. Los que no se hayan acercado nunca el próximo año tienen buenos motivos para hacerlo.  

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