APRENDIENDO EN EL SUR DE SUDAN

Hoy estamos teniendo minipleno en Bruselas. Ya sabéis que normalmente las sesiones plenarias del parlamento europeo se hacen en Estrasburgo, una ciudad que está a 420 kilómetros de Bruselas. Mensualmente una legión de gente nos desplazamos hasta la capital de Alsacia incorporando al ya de por si frenético quehacer del europarlamentaria una complicación logística y económica que me cuesta mucho entender. Por eso cuando tenemos estas sesiones en Bruselas pienso en lo razonable que sería tener una sola sede, aquí o allí, de eso no hago cuestión. Y no acabo de entender las razones que impiden acabar con esta migración mensual.

En la sesión de hoy hemos analizado la revolución tunecina que ha acabado con el régimen  de  Ben Ali, un auténtico sátrapa que se abrazaba hasta hace cuatro días con la mayoría de los mandatarios europeos. Para completar la sesión hemos tenido un interesante análisis de lo ocurrido en Sudán y del resultado de su referéndum para determinar el futuro de la parte sur del país.

El conflicto se inició allí hace casi 30 años, en 1983, cuando el gobierno de Jartum decidió dictar una ley islámica general en todo el país que soliviantó a los habitantes del sur mayoritariamente cristianos y/o animistas. En el conflicto se cruzaron además otras variables, la más importante, la disputa por la riqueza petrolífera mayoritariamente ubicada en la zona sur. Así comenzó una guerra civil que ha durado veinte años y costó más de dos millones de muertos. Como siempre además decenas de miles de personas tuvieron que huir de sus casas y el país se hizo inhabitable.

Hace cinco años se firmaron unos acuerdos de paz que partían de la base de que las partes conocían perfectamente el precio de la guerra y el conflicto. Aquí damos muchas vueltas al «precio de la paz» quizá porque algunos, los que no viven el problema en carne propia han dedicado muy poco a sopesar el coste del enfrentamiento. Allí tuvieron claro que la solución pasaba por celebrar el referéndum que ha tenido lugar en las dos últimas semanas de enero y que ha concluido con más del 95% de los votantes apoyando la independencia de Sudan sur.

No han sido cinco años fáciles porque había muchos problemas que resolver para hacer posible esta consulta. Se ha discutido sobre el censo, sobre la participación de los sureños que vivían en las provincias del norte y los que estaban exilados. Algunos sospechaban que los datos que iban a recogerse sirviesen para tomar represalias. Además el referéndum no lo resuelve todo. Hay que seguir trabajando. Para empezar hay que determinar de qué modo se van a repartir las riquezas naturales del antiguo Sudán entre las dos naciones que han resultado tras la consulta.

Por eso he felicitado a las y los sudaneses del norte y del sur y a las Naciones Unidas  porque en esta ocasión si han cumplido su misión pacificadora. Además he recordado que el origen de muchas de las tensiones territoriales que aparecen en el mundo  es la ambición, la obstinación la negación de las minorías y sus derechos y no aceptar la pluralidad. En estas situaciones, el diálogo, la política sirven para resolverlas. Utilizarlas a tiempo es prevenir conflictos. Negar lo que ocurre y tratar de superarlo sin decir la verdad es el camino más seguro para acabar lamentándonos.

Y esto viene al caso porque aquí algunos llevan demasiado tiempo tratando de hacerse trampas en el solitario. Primero fue el «café para todos» que trató de convertir en descentralización administrativa el proceso de reconocimiento político de las nacionalidades que hay en el estado español. Este proceso ha concluido con un enorme grado de insatisfacción en Cataluña o Euskadi. Personas tan poco sospechosa como el expresidente Pujol alzaban su voz esta semana diciendo que la cerrazón hispana en esta materia le hacía plantearse la independencia como única respuesta posible a tanta falta de sensibilidad.

Por eso a mi en el debate de esta tarde me ha tocado pedir a algunos estados europeos como España que pierdan el miedo a principios como la libre voluntad de las personas, su derecho a decidir y el ejercicio del derecho de autodeterminación. Porque no deja de tener gracia que aplaudamos que la paz y la palabra vuelvan a otros lugares del mundo de la mano de la expresión democrática de la voluntad popular y aquí haya pánico a este tipo de procesos. En alguno de los cables de wikiLeaks ya se explicaba que la única razón por la que España aún no reconoce a Kosovo es por el precedente que puede significar eso aquí ante situaciones como las que se viven en Cataluña o el País Vasco. Mientras de puertas afuera se repetía insistentemente que una cosa y las otras nada tenían que ver.

A eso se le llama no decir la verdad y parece que es una práctica muy extendida para acabar con lo diferente. Al pobre Ibarretxe que se presentó en el Congreso con una propuesta que cumplía todos los requisitos legales para ser discutida, le dieron con la puerta en las narices. Y lo peor de todo pretendieron disfrazar una propuesta estrictamente democrática de subproducto de la violencia de ETA. Quizá por eso algunos no hayan reaccionado aún ante las evidencias de que el CESID le espió cuando era lehendakari del gobierno vasco.

Por eso denunciaba en este pleno también que tratar de desdibujar las propuestas que aportan para solucionar este tipo de conflictos no conduce a nada. Esta semana ha caído en mis manos una tesis doctoral de un joven periodista vasco que se llama Iker Merodio. En ella analiza el tratamiento informativo que se dio al mal llamado Plan Ibarretxe (en realidad una propuesta de reforma del estatuto aprobado por el Parlamento vasco) en la prensa vasca y estatal y el resultado es desolador. Solo en un diez por ciento de los casos las referencias informativas sobre la propuesta procedían de su proponente. El resto eran valoraciones de terceros e interpretaciones que no eran sino deformaciones completas de la realidad. El argumento por excelencia era la connivencia de esta propuesta con la violencia y con ETA.

Lógicamente técnica tan chapucera no ha resuelto el problema, más bien al contrario, ha profundizado el malestar de mucha gente. Tanto que ha habido que retirar a parte de los electores del juego político para conseguir por esa vía lo que no refleja la sociología del país. Ahora que quienes practicaban la violencia parecen haber comprendido que ese es un auténtico viaje a ninguna parte, el problema político que se viene negando va a plantearse en toda su crudeza. En Cataluña ya se han pelado las barbas al vecino. Por eso quienes se sintieron más afectados por el resultado de las elecciones allí se apresuraron a negarlo.

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Comentarios (2)

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  1. Juanan dice:

    Comentario:
    Hitz bitan: Bi – kaina!!!

  2. Jartum dice:

    Ba bai, egia da: hitz hiruretan: P’a los demócratas. Beno, beste batzuk ahaztu zaizkit: P’a los democratas de toda la vida, eta bere teleapaizentzat, Arregi, Guevara, López, Basagoiti, eta taldekoentzat.

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