RITMO TROPICAL ENTRE LA NIEVE EN ESTRASBURGO
Comienzo esta crónica con un vídeo en el que me vais a ver bailando con Ramón Tremosa, mi compañero de grupo y europarlamentario de Convergencia Democrática de Cataluña. Una de bilirrubina, que de vez en cuando hace falta, porque aunque ayer tuvimos un día de intenso trabajo parlamentario también dedicamos la tarde noche-madrugada a estrechar lazos entre los componentes del grupo parlamentario ALDE. En un sitio como el parlamento europeo en el que convivimos en el mismo grupo gentes muy diversas es muy importante dedicar un tiempo de vez en cuando a engrasar las relaciones humanas, a recordarnos todas y todos que antes que nada somos personas que tratamos de compaginar nuestra vida personal con el trajín que conlleva dedicarse a la política en una institución como esta.
Ya os he contado alguna vez que eso es bastante complicado. Yo voy a acabar este año con 200.000 kilómetros recorridos. He estado dos veces en América, en Colombia y Ecuador y cada semana me he metido los 2.500 kilómetros reglamentarios entre Bilbao y Bruselas y vuelta o entre Bilbao y Estrasburgo. Además me han tocado viajes «menores» pero que suman como los que me tocaron a Bhön, Italia, etc. He hecho la maleta más de cien veces tengo la sensación de no vivir de continuo en ningún sitio. La semana que no tengo que moverme, que no termina con un viaje a alguna parte, me parece que disfruto el doble. La mayor parte de las y los parlamentarios trabajamos en Bruselas entre lunes y jueves y generalmente el viernes lo dedicamos a mantener reuniones en nuestros lugares de origen con distintos sectores con los que estamos trabajando asuntos en el parlamento. Ya sabéis como es la política…los fines de semana normalmente raro es el sábado o el domingo en que no tenemos algún acto al que acudir. Así que queda poco tiempo para estar con la familia y las y los amigos.
La semana de Estrasburgo es aún peor, porque son días de pleno y normalmente estoy trabajando todo el mes para poder resumir horas y horas de trabajo en las breves intervenciones raramente de más de un minuto, en las que explicas qué has pretendido con unas enmiendas, porqué apoyas un proyecto o que hechas en falta en una determinada decisión. Como los plenos se celebran solo una vez al mes, los órdenes del día son largos, están llenos de todo tipo de reuniones a pesar del pleno y raro es el día en terminas antes de las diez de la noche. Además luego no vuelves a casa, sino a la habitación de un hotel en la que no tienes tus rincones, ni tus cosas.
Así que durante los días de trabajo andamos todas y todos de cabeza y hay poco espacio para abordar al o a la otra persona en un plano un poco más humano, más próximo. Es un ritmo y una forma de trabajo muy diferente a la que he vivido hasta ahora.
Por eso nuestro grupo organiza tres o cuatro encuentros anuales en los que tenemos la oportunidad de conocernos en otros planos y trabajar esa faceta tan importante para que la música que tratamos de interpretar además de técnicamente bien tocada tenga además un poco de alma.
Ayer fue uno de esos días. Para empezar el Presidente del grupo Guy Verhofstadt (que fue primer ministro de Bélgica) demostró sus dotes de liderazgo teniendo un detalle personal con cada uno de las y los componentes del grupo. La verdad es que cuando ví el guión de la fiesta me sorprendió ver que se había reservado media hora para la intervención del presidente. Lo primero que pensé es que me parecía demasiado tiempo y que corría el riesgo de aburrir. Sin embargo cuando salió al escenario, con un gorro de papa nöel, se dedicó a entregarnos un regalo personalizado a cada uno de los y las parlamentarios del grupo y a explicarnos qué y porqué se nos entregaba nos olvidamos del reloj.
Cada uno recibimos un libro envuelto en el mejor papel de regalo: un recuerdo, una valoración, una broma, algunas palabras de cariño o reconocimiento que nos permitieron comprobar que el jefe del grupo sigue los trabajos que hacemos cada uno. A mi me tocó un manual para preparar Suhsi, porque este año me ha tocado pelear mucho con el pescado desde el plan de la anchoa a los problemas de la flota del índico que no solo tienen que ver con los ataques piratas. Les he vuelto tarumba a más de uno y de dos con la sostenibilidad, la calidad ..Así que en el reparto me animaron a que sea lo más natural posible también cuando maneje el pescado sin perder un punto de sofisticación.
Luego comenzaron las actuaciones. El staff del grupo rompió el hielo con una increíble actuación del secretario general Alexander Beels. Imaginaos un hombre de dos metros de altura, todo amabilidad y corrección, siempre impecablemente vestido, en su sitio, siempre un saludo, una palabra amable, pero implacable en su puesto de jefe de la sala de máquinas del grupo, un trabajo realmente dificil. Ayer lo vimos con una peluca espectacular, guitarra en ristre y una super americana roja de cuero encabezando una variopinta troupe en la que el jefe de prensa del grupo Neil Corlett ofició de convincente rockero.
Me encantó el presentador, Jorgo Chatzimarkakis que entre otras muchas cosas ha sido asesor de política científica del Parlamento Alemán y es doctor en ciencias políticas. Nada de eso le impidió ofrecer un verdadero recital de recursos expresivos. Haría un muy buen showman en cualquier cadena de televisión. Le tocó ir introduciendo actuaciones de todo tipo, un mago, nuestro parlamentario saxofonista, dos o tres coros alemanes y británicos, un número holandés completamente surrealista y varias sorpresas. El año pasado el protagonista de este apartado fue el exprimer ministro de Letonia entre los años 90 y 93 y especialista en física de materiales en estado sólido (hay es nada) que nos dejó a todos boquiabiertos tras ponernos un vídeo en el que tocaba la batería con «Queen». Este año alucinamos con otro vídeo protagonizado por nuestra parlamentaria de Estonia Kristiina Ojuland, diplomática de carrera e increible bailarina. Nos mostró su participación en el «mira quién baila» producido por la televisión de aquella república báltica. Riéte tu de Ginger Rogers…
En fin acabamos todas y todos en la pista de baile y volvimos al hotel hacia las tres de la mañana. Hoy a las ocho ya estábamos con el raca-raca. Vuelta a la normalidad.
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