VIAJE A COLOMBIA
Ayer os prometí que os contaría como me fue la pasada semana en Colombia. Acudí allí en mi condición de europarlamentaria y respondiendo a mi condición de vicepresidenta de la delegación parlamentaria para la comunidad andina. Fue un viaje intenso, dos días de intenso trabajo y otros dos días para viajar, ir y volver. Más de 28.000 kilómetros.
Una delegación de ALDE, formada por una delegación de ALDE, formada por la eurodiputada Renate Weber, coordinadora de ALDE para temas latinoamericanos, la consejera política para temas euromediterráneos y latinoamericanos de nuestro grupo Itziar Muñoa y yo misma participamos en una seminario de trabajo dedicado a analizar los retos y oportunidades que enfrenta Colombia en su relación con la Unión Europea y yo misma participamos en una seminario de trabajo dedicado a analizar los retos y oportunidades que enfrenta Colombia en su relación con la Unión Europea. En el centro de la atención, el tratado de libre comercio con Colombia y Perú. Además y ya a título personal, mantuvimos un encuentro con el vicepresidente de Colombia Angelino Garzón en el que tuvimos ocasión de conocer algunos detalles sobre el trabajo que se propone realizar el nuevo gobierno colombiano para mejorar la situación de los derechos humanos en el país. Aquí podéis ver un vídeo de la rueda de prensa que hicimos al acabar este encuentro.
Ya veis que además, quizá por el morbo de la ascendencia vasca, la prensa tuvo mucho interés en conocer mis impresiones después del encuentro. Y es que aquí, como veréis un poco más adelante, abundan los apellidos vascos.
Las dos jornadas de trabajo las apadrinaba la red liberal de América Latina en colaboración con el instituto de Ciencia Política Echevarría Olózaga, además de la internacional liberal. Fue un encuentro interesante porque percibí dos cosas bien claras: la penetración que los países emergentes tienen en esta zona del mundo, especialmente China, y la necesidad, por ello mismo, de que Europa adopte un papel más activo y sólido en la región si no quiere verse relegado a un mero papel de comparsa. Y es que el mundo se está convirtiendo en una «Etxandia» otro apellido muy común en Colombia y que me sirvió para introducir a los asistentes en la realidad del euskera. Pocos sabían que esas palabras enrevesadas, sonoras y un punto mágicas, como Arteaga, Goikoetxea, Mendoza u Ochoa que llenan la guía de teléfonos de Bogotá son los ecos de una lengua que hablamos y queremos seguir hablando en un pequeño país situado a 12.000 kilómetros de allí, pero muy vinculado a la historia de Colombia.
Esa idea salió permanentemente en los diálogos sobre el tratado de libre comercio. Mientras sus términos finales se negocian con bastante oscurantismo y viven las controversias típicas de nuestra cultura política en Colombia preguntan directamente cuando será una realidad. Porque de no llegarse a un acuerdo con cierta rapidez van a dejar de mirar hacia este lado del mundo para volverse definitivamente hacia el otro.
Y es que los países de latinoamérica, en este caso los de la comunidad andina se juegan mucho en términos de desarrollo. Europa puede aportarles, además de mercados, una formula experimentada para convertir los valores en hechos, eso que hemos dado en llamar «modelo social europeo». Y esas fueron las preocupaciones que se pusieron sobre la mesa.
Este es un tema decididamente mayor, porque el desarrollo, especialmente en casos como el de Colombia, y la progresiva corrección de las desigualdades sociales, es una base inmejorable para progresar hacia la paz que tanto necesita esta tierra. Aquí la base del conflicto es, esencialmente esa, acompañada por el hecho de que la pobreza castiga especialmente a las comunidades indígenas.
Como no podía ser de otro modo también hablamos de los fenómenos migratorios que caracterizan este siglo, lo que me dio pie para recordar que Colombia es otro de esos países repletos de Aranzazu, Echandia, Olaya, Alzate, los Aguirre, Arteaga, Arango, Bedoya, Echeverri, Iriarte, Gamarra, Isaza, Londoño, Ochoa, Orozco, Ospina, Salazar y Uribe. Son las y los vascos que, como tuve oportunidad de decir al comienzo de mi intervención en el seminario sobre el tratado, llegaron a esta tierra que les acogió con los brazos abiertos y han ayudado a Colombia con su mejor forma de hacer. Todos coincidimos en recordar que los movimientos de ida y vuelta son razones para entendernos. Mestizaje. Valores. Porque tenemos, desde hace siglos, mucho en común.
Las conclusiones del encuentro fueron claras: Hay que decidir con rapidez en torno al acuerdo de libre comercio y tratar de aplicar cinco principios que os resumo:
Europa tiene muchos defectos, pero tiene algunas virtudes como la defensa de los derechos humanos como un valor. Por eso, es importante pensar en un modelo de desarrollo económico que vaya acompañado con desarrollo social, cohesión e integración. Generar riqueza y prosperidad para repartirla. No es suficiente con aprobar programas contra la pobreza. Es necesario añadir programas de integración y contra la exclusión para que todas las personas tengan las mismas oportunidades.
2.- La economía de los valores. Hay que caminar hacia la economía de los valores. Con la riqueza ocurre como con el fuego. Si queremos que nos sirva, nada más nacer hay que multiplicarlo, encender muchos hogares y ayudar a sus responsables a mantener la actividad. Pero el único fuego bueno es el que calienta a la medida de las personas. Lo contrario es el fuego devastador, la crisis financiera que vivimos que ha puesto en estado de coma las economías del mundo desarrollado, también en Europa.
Para incidir en esta idea me permití recordar que en los lugares en los que todo empieza o puede volver a empezar la economía social es mucho más que otra forma de hacer empresa. Es un proyecto vital compartido que fija a las personas al trabajo y al territorio. Es un modelo en el que se practican modelos de dirección más apropiados para aprovechar el talento de todas y todos y en dónde se practica la solidaridad retributiva. En la economía del conocimiento, de la innovación, de la inteligencia y de los valores, en la economía de la estrategia 2020, que en Europa acabamos de aprobar, hay un espacio de oro para la economía social. Aquí volvió a sonar otro ilustre apellido para los colombianos: Mondragón y la experiencia MCC.
3.-El valor de la igualdad. Es necesario incorporar a las mujeres en todos los ámbitos de la vida y no solo por democracia y por justicia social. Distintos estudios realizados demuestran que la presencia de las mujeres en las organizaciones aporta competitividad, innovación, eficacia. No nos podemos permitir el lujo de prescindir de esa parte del talento.
4.- La colaboración público – privado. Es necesario que la administración pública trabaje en colaboración con el ámbito privado. Alianza necesaria para la creación y el establecimiento de Pymes que tienen arraigo en la tierra y crean una auténtica red económica.
5.- La sociedad de los valores. Finalmente salió sobre la mesa la influencia que la situación de los derechos humanos en Colombia puede tener en la puesta en marcha del acuerdo de libre comercio. Colombia necesita la paz. Yo, vista nuestra experiencia les animé a que continúen en la firmeza en la defensa de los valores de la paz y la democracia y en el trabajo con las víctimas de los conflictos que como algunos de los que aquí suceden, desangran al mundo. En eso, desgraciadamente, también tenemos experiencia en el País Vasco. Y hemos aprendido que nada hay tan rotundo, tan irreversible y ningún dolor tan gratuito como el funeral de la víctima de un crimen. Recuperar a las familias que sufren para la paz y la convivencia es imprescindible si queremos un futuro con justicia y verdad.
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