Innovacion para abrir Europa a la participación

Os dejo por aquí un artículo que he publicado hoy en Deia sobre el semestre de la presidencia española de Europa. Para quienes no querais leer el texto completo os hago un resumen: En todos los programas de trabajo que he visto hasta la fecha, la presidencia española dice que su primera prioridad es poner en marcha el tratado de Lisboa. Por primera vez esa especie de constitución europea reconoce un papel a las regiones en el control de un principio básico para la construcción eurpea, el de subsidiariedad. Ese palabro esconde algo bien simple: propiciar que las decisiones se tomen lo más cerca posible de los ciudadanos. La omisión es grave porque anuncia toda una filosofía: que van a seguir tratando de ignorar a las regiones en la construcción europea, lo que es negativo desde una perspectiva puramente práctica. Se desaprovecha conocimiento y experiencia para resolver problemas reales de la ciudadanía y capacidad de relación y proximidad con ella. Cuando se habla de innovación debería pensarse también en aplicar este término a la politica y echarle un poco de imaginación, coraje y verdadera apertura a la forma de gobernar y gestionar un asunto tan complejo como la construcción europea. Mejorar pasa por abrirse de verdad a la participación.

Este es el texto del artículo:

Una de las declaradas prioridades de la Presidencia Europea que detentará España durante el próximo semestre es la puesta en marcha del Tratado de Lisboa. Uno de sus protocolos se ocupa de garantizar que en Europa funcionen correctamente los principios de subsidiaridad y proporcionalidad. El protocolo sobre aplicación de estos principios que forma parte del cuerpo de Tratado, se centra en propiciar que las decisiones se tomen lo más cerca de los ciudadanos que sea posible y establecer medidas de control para garantizarlo. He leído el programa de trabajo de la presidencia española y ni en su introducción, ni en el capítulo que destina al Tratado, ni en el capítulo IV dedicado a describir “Una Europa de Derechos y Libertades, una Europa para los ciudadanos” ni en los programas operativos de las formaciones del Consejo se cita para nada una previsión sobre este asunto. Tampoco he escuchado a responsable gubernamental alguno en estos meses referirse a una cuestión como esta que forma parte de los principios fundacionales de la unión.

 

A mi esta omisión me parece grave, porque creo que los problemas de legitimidad y la lejanía con que europeas y europeos perciben las instituciones continentales están favorecidas por dos cuestiones. La primera es la insoportable levedad de Europa en las grandes crisis internacionales especialmente en el ámbito de la seguridad y la política exterior, algo que debería mejorar con la creación del servicio exterior europeo y el reforzamiento del antiguo “Míster PESC”. Hoy el cargo lo ocupa una mujer. Ya es un cambio. La segunda es el absoluto desdén con que se desdeña la experiencia, el conocimiento y la relación de proximidad que las instituciones intermedias, las regiones y los municipios tienen con la ciudadanía. Una cualidad que debería habilitarlas para tener un papel mucho más relevante en la construcción institucional de Europa y en su proceso de toma de decisiones.

 

Este es un asunto horizontal, porque la aportación de este nivel institucional es muy relevante en los grandes temas que tiene sobre la mesa la unión y sus presidencias permanente y rotatoria. He escuchado a relevantes personalidades europeas, como el presidente del comité de las regiones, la comisaria de asuntos regionales del gobierno europeo, o el presidente del comité de poderes locales y regionales del Consejo de Europa reivindicar que la experiencia y saber hacer de las regiones en actividades de promoción de lo sectores productivos debería tenerse mucho más en cuenta en el diseño de las políticas europeas de lucha contra la crisis. La participación de estos niveles institucionales tanto en el diseño como en la aplicación de políticas a nivel continental garantiza aprovechar mejor todo el conocimiento que existe en Europa sobre estas y otras muchas materias, evitaría duplicidades, optimizaría la aplicación de recursos y aportaría apertura y posibilidades de participación ciudadana estructurada en la decisiones europeas. Estos procesos se perciben ahora, y así se refleja en los euro barómetros y lo que es peor, en los indices de participación en las elecciones europeas, como conciliábulos en que los que intereses, actores e influencias no son en absoluto transparentes.

 

Con estas ideas esta relacionado el principio que planteé en la campaña electoral sobre apertura y otras forma de trabajar en la política. Ellas están impulsando buena parte de las iniciativas que voy presentando y del modo de relacionarme con los sectores a los que implican. Por eso he defendido la presencia de la Ertzaintza en Schengen, me alegre de llevar a la comisión de pesca al sector productivo y a los investigadores implicados en la pesquería de la anchoa, o he enmendado el programa Estocolmo defendiendo que las regiones puedan participar en la planificación de las políticas de inmigración. Por eso este asunto de la subsidiariedad, tan fácil de entender pero tan poco explicado y peor entendido es una prioridad en mi trabajo de todos los días. Por eso durante el último pleno que se celebró en Estrasburgo presenté ya una pregunta dirigida al consejo sobre cómo piensa la presidencia española poner en marcha el Protocolo de subsidiariedad y el papel que en él se asigna a las regiones. Y voy a seguir preguntando y proponiendo. Mi próxima idea pasa por plantear una reflexión sobre porqué los parlamentos regionales europeos no pueden disponer también de iniciativa legislativa a nivel europeo para completar la norma sobre iniciativa legislativa popular que anuncia como prioridad la presidencia española. Voy a dedicar las próximas semanas a trabajar sobre este asunto, definir procedimientos temáticas y ámbitos, comentarlo con organizaciones como la CALRE y tratar de plantear una propuesta en este sentido. Suscitar estos debates espero que al menos sirva para que se visibilice algo que comienza a ser un clamor en muchas regiones europeas. Desde una perspectiva comunitaria las tensiones territoriales que percibimos en Euskadi, Cataluña, Escocia, Gales, Flandes, en definitiva en las llamadas regiones constitucionales europeas, tienen que ver con la evidencia de que no es el conocimiento, la capacidad, la dimensión o cualquier otra habilitación de ese tipo la que valida tus aportaciones sino tu cualidad o no de Estado miembro.

 

En definitiva creo que la innovación, otra de las declaradas prioridades de la presidencia española, debería plantearse también sobre los modos de gobernanza. En un contexto en el que se insiste en la importancia de las personas, de su conocimiento, de su implicación, de la aplicación masiva de las nuevas tecnologías de la información y las telecomunicaciones para superar las barreras de espacio y tiempo es incongruente la marginación en las tomas de decisión de la Unión Europea de actores, como las regiones o los municipios. Ambos niveles institucionales han demostrado con creces su eficiencia, proximidad y conexión con las pulsiones y necesidades más sentidas por la ciudadanía.

Category: Blog