Ignacio Uria
Imposible olvidar aquel día 3 de diciembre. Recuerdo que bajaba a comer hacia la cafetería del parlamento cuando me llamaron por teléfono. Otra persona asesinada, otra familia destrozada y la misma sensación de impotencia, incredulidad, frustración. ¿Cómo puede haber gente capaz de asesinar a sangre fría a una persona? Ignacio Uria.
Hoy me hubiese gustado estar en los actos mediante quienes más le querían recuerdan al hombre que nos arrebataron. No he podido hacerlo porque me han enviado a Bolivia como miembro de una misión del Parlamento Europeo que debe observar el desarrollo de las elecciones que se celebran allí este domingo. Sirvan estas líneas para volver a expresar mi solidaridad con la familia Uría y para volver a decir en voz alta “ETA ez”.
Se suelen hacer muchas, demasiadas lecturas políticas de estas barbaridades. Levo muchos años insistiendo en que si comenzásemos por aproximarnos a cada una de ellas desde su dimensión humana, habría mucho menos espacio para la discrepancia. No hay idea que justifique tanto dolor.
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